Monumentos, héroes, cuentos, historias, leyendas, verdades, pareciera que todo entró a “latonería y pintura”. Llegó el momento de la resiliencia, de la urgente necesidad de actualizar creencias. A la luz de la modernidad no pueden repetirse historias que no significan ni concuerdan con lo que se vive. Y muy oportuno el tema para Halloween. Sobre todo “el mundo mujer” merece revisión. La bruja siempre esta presente (afortunadamente), es decir la mujer sabia, empoderada, sagaz, intuitiva.
Porque posiblemente no exista alienación ética mas castrante que los cuentos de hadas y de princesas para niñas. No hay atropello “inocuo” mas demoledor para la mujer que estas historias que “a todas nos encantaron”. El daño que se hizo, el lavado de cerebro y comportamiento que crearon tuvieron y siguen teniendo efectos catastróficos. Soñar con un príncipe, con un hombre que salva a la “pobre” mujercita del infortunio, con el beso que da sentido a la vida y despierta de este sueño profundo es ¡alucinante! Todavía, hoy, en mujeres adultas, profesionales y liberadas, “cala” el anhelo del príncipe azul, el de los cuentos de hadas. El romanticismo haciendo de las suyas, embobando a las mujeres para creerse actrices de una película nefasta para su autoestima.
Pero llega Cenicienta versión siglo XXI. Afortunadamente hoy una niña de 6 u 8 años encuentra una vieja historia donde existen tanto el príncipe como el amor, pero contada desde otra perspectiva: aquí se dan a la vez el deseo por una pareja y la necesidad de realización de la mujer. Maravilloso. La diversidad invade toda la película y no hay una sola mujer obligada a someterse al poder masculino. Todas las mujeres del cuento logran liberarse y tener palabra propia. Y claro, mueven la trama. Y el devenir de la historia.
El hada (o hado) madrina es magia. He oído críticas sobre cómo podría confundir a un niño o niña que sea una figura masculina con vestido femenino. No creo que exista opción de confusión porque es una figura mágica. Y en la magia no hay lógica. Este personaje es perfecto para la trama. Me imagino que sólo una mente muy pero muy cerrada se queda “pegada” de la apariencia. Es tal su magia que lo que interesa en la historia es su capacidad de fantasía, su maravilloso poder de transformación. Y claro están tanto el príncipe y su familia como la cenicienta, la madrastra y hermanastras. Pero allí también existen factores reparadores de la tradicional historia que aportan inclusión, solidaridad y cambio. Cenicienta puede negarse al amor del príncipe porque percibe que sus deseos e intereses personales son mas valiosos. Ella misma es la prioridad así quiera estar con el príncipe. Las mujeres de esta Cenicienta tienen poder y logran “doblegar” a los hombres del cuento. Esa actitud es un intento por alcanzar el equilibrio: tenemos iguales derechos y ellos deben “bajar” sus ínfulas. Todos lo aceptan en aras de la convivencia. ¡Se puede!
Cenicienta Siglo XXI debería ser materia “obligatoria”. Aprender a mirar diferente es vital para la construcción de un mundo donde la pluralidad y la diversidad sean los faros que iluminen el camino. No se puede seguir haciéndole daño a la mujer sumergiéndola en el cuento de un príncipe que la despertara para hacerla feliz. ¿Es que acaso no hemos aprendido?
Gloria H. @GloriaHRevolturas
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